¿Cuáles son las funciones de la placenta?
La placenta es un órgano esencial durante el periodo de gestación y comienza a formarse en el mismo momento en el que el óvulo fecundado se implanta en la pared del útero. Este ejerce importantes funciones vitales para el correcto desarrollo y crecimiento del feto, así como para su propia supervivencia.
Normalmente, se sitúa en la cara anterior o posterior del útero, sin embargo, en el caso de que la placenta se ubique en la cavidad uterina, lo que llamamos placenta previa, puede tapar total o parcialmente el cuello del útero.
¿Cómo se forma?
La parte exterior procede de la transformación de la mucosa del útero, mientras que la interior, denominada trofoblasto, se forma a partir de los blastocistos del propio embrión, estableciendo una red de vasos sanguíneos a través de los cuales el feto recibe los nutrientes que necesita.
¿Cómo funciona la placenta?
La placenta va evolucionando a lo largo del embarazo, adaptándose a las necesidades del bebé y de su desarrollo.
Aporta oxígeno al bebé
Una de sus funciones más importantes es transportar el oxígeno inhalado por su madre, difundirlo en la sangre y alcanzar el sistema circulatorio del bebé, a través del cordón umbilical.
Genera hormonas para el embarazo
La placenta es responsable de generar una serie de hormonas vitales para la buena evolución y desarrollo del embarazo.
- Progesterona: También es producida por el cuerpo lúteo de los ovarios, una glándula temporal que se produce después de la liberación del óvulo.
Durante el embarazo, la placenta se convierte en el principal productor de esta hormona. La elevación de los niveles de la progesterona permite que el cuerpo de la mujer no produzca óvulos adicionales, además, ayuda a iniciar la lactancia materna.
- Relaxina: La hormona encargada de relajar los músculos y articulaciones que permiten conseguir que estos se adapten mejor al volumen del útero, el cuál va creciendo a medida que avanza el crecimiento del feto.
Acción inmunológica
Protege al bebé frente a las infecciones, manteniendo las bacterias y los virus fuera del útero a raya. Además, también impide que el sistema inmunológico de la mamá identifique al embrión como un cuerpo extraño.
Funciona como lo haría un riñón
Al igual que los riñones, la placenta es capaz de filtrar la sangre con el objetivo de eliminar sustancias dañinas que pueden ser peligrosas para el bebé. Un ejemplo de ello son los desechos, la sangre baja en oxígeno o el dióxido de carbono.
Todas estas sustancias son eliminadas por las arterias umbilicales, pasando a la sangre de la mamá para finalmente ser expulsadas por medio de los riñones.
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